¿Sabes?
Lo puedo gritar a los 4 vientos, puedo ponerte un panel publicitario en la carretera, puedo mandarte un whatsapp, incluso puedo sumergirte en el metaverso para que comiences a tomar perspectiva de tu vida, pero todo esto no sirve de nada si no comienzas a permitir abrirte a nuevas posibilidades.
El miedo pone tu cerebro en modo de supervivencia, en modo rutina, en modo zona de comodidad. ¿Qué tal te resuena esa frase “mejor lo malo conocido que lo mejor por conocer?, otro apunte más de creencias sociales que se te graban en el ADN, en cada célula, en tu agua corporal.
Me acuerdo cuando tenía 15 años, tenía la voz distorsionada, ese momento de cambio del adolescente al “adulto” para mí fueron dos años. Era incapaz de leer en voz alta, me aterraba cada vez que Don Roberto me llamaba para salir a exponer delante de la clase para recitar un poema o una lectura. Con mi valentía me acerqué un día para decirle que no podía leer en voz alta, que la voz me temblaba, se cortaba, se distorsionaba tan fuerte como mi mundo interior, mis pensamientos y por supuesto mi autoestima.
De poco sirvió, Don Roberto insistía en que los miedos se rompen exponiéndose, pero ¿qué pasa si nadie me da nuevos recursos? Seguía en el mismo punto con cada vez más miedo, más pánico, cada vez más pequeño escondido detrás del pupitre. ¡Joder que miedo!
En mi casa no le daban importancia mientras yo me encogía por dentro. Cada vez con más años y a la vez más pequeño.
Recuerdo muy bien mi 16 cumpleaños, tomé una decisión mientras soplaba las velas (esos deseos que hacíamos de pequeñitos), algo en mí decidió que ya no iba a seguir así. Fui al médico solo, me mandó pruebas y me localizaron el problema, acabé con sesiones semanales en el foniatra, cultivando mi voz, cultivando mi autoestima, rompiendo mis miedos.
Esa fue la primera vez que sentí que cambiando mi cuerpo podía cambiar mis miedos, incluso comencé a caminar de una forma diferente ¿Qué curioso, no?
Muchos años han pasado desde aquel momento donde decidí ser el protagonista de mi vida, ahora enfoco mi propósito en aportar recursos a personas para que puedan abrazar, identificar y afrontar sus miedos.
Llevo más de 15 años llevando a cabo mi propósito, acompañando a personas a recorrer terrenos salvajes por el círculo polar, son esos instantes de la vida donde el miedo más escondido toca la puerta, ese monstruito que tenías aprisionado, sale con su máxima furia. Es el momento de aportar recursos nuevos y abrazar al monstruito.
Aún me sorprende ver en mi programa de “Reventando tus miedos” como las personas a través de experiencias de alto impacto emocional, exclusivamente desarrolladas por el equipo, transforman su vida.
El miedo es la puerta a tu potencial, solo te puedo decir que es lo mejor que me ha pasado en la vida y lo más incómodo of course! El antídoto del miedo, el amor. Hay que ser muy valiente para reconocer y permitir.
Gracias por permitirme existir para aportar al mundo una nueva forma de brillar , saltar, reír y soñar.
“Lo que niegas te somete lo que aceptas te transforma”
Carl Jung, uno de mis mejores amigos (él aún no lo sabe) y mentores favoritos.
Escrito por David Caballero.